miércoles, 3 de octubre de 2012

Por Iruya. Pcia. de Salta. Argentina.







A medida que voy viajando por distintas provincias voy descubriendo cuánto hay para conocer y cuánto me falta aún. A la provincia de Jujuy fui, del 2008 al 2012, cuatro veces.
La 1ra desde la ciudad de Salta en excursión de un día hasta Humahuaca, en un día apenas que se puede apreciar tanta belleza; formas y ganas de colores. El o la guía muestran
La paleta del Pintor en Maimará, La Pollera de la Colla en Huacalera, el Cerro siete Colores en Purmamarca y así se va mirando de acá para allá hasta donde los ojos alcanzan. 
La 2da vez, fue para tomar la Ruta 52, pasando por Purmamarca, la Cuesta del Lipán, Susques, las Salinas Grandes, Paso de Jama hasta el punto de destino: San Pedro de Atacama en Chile.
La 3ra, con asiento en Tilcara fui a todas las localidades que las veces anteriores iba de paso: Pucará de Tilcara, Purmamarca, Maimara, Uquia y Humahuaca y la 4ta. vez volví para el Toreo de la Vincha en Casabindo. Fui con mi amigos de Lago Puelo, Carlos y Gisela, ellos tuvieron un problemita con el  apunamiento por lo que no siguieron el plan trazado previamente, nos alojamos en Tilcara y desde ahí fui a Casabindo e Iruya.
Iruya es un pueblito que está en la Provincia de Salta pero se ingresa desde Jujuy por la Ruta N° 13, fuimos subiendo hasta el límite con la Provincia de Salta, ahí nos encontramos con el Abra (quebrada) el Cóndor a 4000 mts. de altura ¡qué viento y frío hace ahí! Bajamos para hacer las fotitos y se inició el descenso hasta los 3000 msnm y allá al final de la ruta y contra la montaña está Iruya.
En el camino hasta Iruya tambien se puede contemplar una variedad de gamas de colores: amarillos, ocres, tostados, verdes, grises, morados y azules; además de curiosas formas como la que bautizamos con mis compañeros de viaje “el dragón echado” y “el budín de zanahorias”.
El pueblito sobre y en medio de la montaña y desde ahí se pueden tener unas vistas panorámicas fabulosas.
Las casas son de abobe, piedra y paja. Sus calles son empinadas y angostitas, datan de la época colonial y lo moderno es que están empedradas.
La iglesia es antigua pero tuvo varias remodelaciones por lo que ya nada queda de lo original; razón por la cual fue privada de ser declarada monumento histórico. Una lástima porque es bien pintoresca. En la calle principal está ubicadas la posta policial, una sucursal del banco Macro con cajero electrónico, una cabina telefónica, el local de servicio de Internet, la escuela, un hotel moderno y el cementerio.
Mirando hacia abajo puedo ver arboles florecidos y un par de álamos reverdecidos; esto me llama la atención porque recién estamos a 17 de agosto. Aún falta más de un mes para que comience la primavera.
Así las cosas, en medio se semejantes inmensidades, se encuentra este pueblito que fue fundado a mediados del 1700, según constancias en actas de nacimiento radicadas en Humahuaca, y que hoy cuenta con casi 6 mil habitantes.
Después de haber llenado mis ojos y la memoria de mi cámara de fotos con formas y colores de este pueblecito, emprendo el regreso al punto de encuentro, rápido antes que nos alcance la noche, el camino es angosto y donde pasa un vehículo no pasan dos.
Así conocí Iruya, un pueblito colgado en la montaña.  

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