lunes, 9 de noviembre de 2015

EL LUJO DE VOTAR EN BLANCO


Por Hugo Seleme
Prof. de Ética en la Fac. de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba.

En una elección democrática entre dos candidatos, quien llega al gobierno lo hace gracias a quienes votaron a su favor y a aquellos que no votaron al candidato contrario. Cuando ambos candidatos nos parecen malos, votar en blanco para eximirse de la responsabilidad de contribuir al mal es siempre una empresa fallida. Votar en blanco no exime de la responsabilidad de haber contribuido a la elección de uno de los candidatos sino que, por el contrario, vuelve al votante responsable de la elección de cualquiera de los dos candidatos. La ilusión de mantener las manos limpias votando en blanco, es sólo una ilusión. ya que, si indefectiblemente uno de los postulantes terminará siendo responsable de algo que se considera "malo", no cabe otra opción que elegir el mal menor. Por último, si los dos candidatos nos parecen iguales y nos da lo mismo quien gane, debemos preguntarnos si esto se debe a nuestra superioridad moral o a nuestra posición social acomodada que hace que tengamos nuestros derechos, oportunidades y libertades asegurados. Para los vulnerables, los miles cuyas vidas penden de que el Estado invierta una centésima más o menos en salud, educación o nutrición, las opciones rara vez están empatadas.