lunes, 24 de marzo de 2014

Pequeña historia cotidiana: ¿Dónde duerme mi mascota?


Era el día de mi cumpleaños Nº 49, mi mamá andaba haciendo las compras del día, mi papi leía el diario bajo las plantas del patio del fondo y yo… ¿adivinen? Síííííí!!! En la PC!
Escucho que mi papá abría la puerta y a mi mamá cuchicheando algo que no entendí porque hablan en voz bajita. Hasta que mi vieja me llama “Gloria veni a ver”… voy a ver y veo una “cosa” feísima que olisqueaba la bolsa. Miro bien y la “cosa” de cara rara, de cuerpo muy flaco por lo que sus patas parecían más largas, panzona, llena de bichos -garrapatas y pulgas- "la cosa", una perrita callejera que me miró a los ojos, unos ojos que expresaban comodidad y confianza de ella para con la casa y su gente… mientras le miraba los ojos, ella movió la cola como diciendo “te saludo, saludame”… le acaricié la cabeza, ella lamió mi mano y con su carita entre mis manos pensé “ésta será quien me acompañe cuando me quede sola”; seguidamente pasó ufana al fondo como si supiera que había encontrado SU LUGAR y se metió en el canasto de quien fue la anterior mascota de la casa, Canela II. Al otro día baño y al veterinario para que le quitara eso bichos molestos que le chupaban la sangre, desparasitado interno y una vacuna desde entonces, Fernando, el veterinario, es persona no grata para Pila, perdón Canela III, entrar al consultorio es casi una lucha cuerpo a cuerpo; Pila es el nombre que recibió de mi parte y que mis viejos se encargaron de ponerle un sobrenombre "Canela III". 
Por la dentadura el veterinario dijo que tendría tres meses y medio aproximadamente. Al poco tiempo su panza había desaparecido, la cara seguía "feucha", tenía la esperanza que cambiara porque era cachorra aún, tenía lindo el pelo, estaba desprovista del bichaje, se divertía, adoraba y adora jugar con una pelotita de pimpón -hoy con una pelota de basquet-, gozaba del cariño de la gente de la casa y en particular de la malacrianza de mi viejo, no embarrarse las patas y correr los gorriones; aprendizajes que nunca olvidó.
A los dos años siguientes que ella vino, aquel pensamiento que tuve cuando Canela III me miraba de sus escasos 35 cm de altura, fue una premonición, hoy es mi compañera. 
Debido a que el dormitorio que ocupaba antes tiene rejas no podía saber dónde dormía, si en su casa (o mejor dicho, lo que queda de ella), en la galería del lavadero o  bajo el asador.
Hoy que estoy con otra perspectiva en la mirada del fondo de mi casa veo donde está y qué hace (con su compañera Maca) y por fin sé ¡¡¡donde duerme!!! lo presumía pero no tenía la certeza y esta mañana muy temprano lo descubrí. Canela III duerme al pie de mi ventana. 

Fotos: Gloria Jiménez

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