Mirando acuarelas del pintor
Fernando Fader en el museo de Loza Corral (2009), aprendí que se puede ir al
mismo lugar en distintas horas del día o estación del año y
se verá una escena distinta, la luz es la responsable de brindar esas diferencias. Por esa razón es que puedo volver a un mismo lugar una y otra vez sin temor a mirar la misma escena. Así es que volví ala Estancia
Jesuítica Santa Catalina; a esta estancia se arriba desde
la ciudad de Córdoba por la Ruta
9 Norte, a 20 km
al noroeste de Jesús Maria nace un camino de ripio que lleva directamente a la misma.
se verá una escena distinta, la luz es la responsable de brindar esas diferencias. Por esa razón es que puedo volver a un mismo lugar una y otra vez sin temor a mirar la misma escena. Así es que volví a
Cada vez que emprendo un viaje busco información sobre la historia del lugar o los lugares que voy a recorriendo y visitando;
así es que leí que, dentro de la llamada "Provincia Jesuítica del
Paraguay" la Orden
de la Compañía
de Jesús, al establecerse en nuestro país en 1585, realizó obras de
tipo misional y educativo. En 1599 la orden se
instala en Córdoba en la manzana asignada por el Cabildo. Inmediatamente
comenzó a desarrollar su labor espiritual y educativa; dicha actividad dio origen a dos instituciones de primer orden en la cultura cordobesa,
nacional y latinoamericana: el Colegio de Monserrat y la Universidad. Con
el fin de sostener la actividad de los colegios, los jesuitas generaron su
propio mantenimiento a partir de emprendimientos productivos en el interior de
la provincia. Fueron grandes establecimientos dedicados a la agricultura y la
ganadería; contaban, además, con instalaciones, equipos y sistemas hídricos necesarios
para las actividades productivas: rurales, mineras, metalúrgicas, textiles,
entre otras.
Las Estancias se organizaron alrededor de la iglesia o
capilla, la residencia de los padres y hermanos estancieros, las construcciones
destinadas a la producción y depósitos, como así también rancherías para
esclavos e indios, completándose con quintas, chacras, huertas y campos de
labranza y cría de ganado. En cada una de las Estancias existen importantes valores arquitectónicos en sus construcciones, en especial en las iglesias y
ámbitos de las residencias, los cuales se mantienen hasta el presente. Estos valores
patrimoniales son únicos en Córdoba y en el mundo y fueron la razón suficiente por
la cual la UNESCO
los ha inscripto en la Lista
de Patrimonio de la Humanidad
en el año 2000; es un conjunto integrado por la Manzana Jesuítica
en la Ciudad
de Córdoba que comprende el Colegio Monserrat, la Iglesia de la Compañia, la Capilla Doméstica, el Museo y el Rectorado y el Camino de las Estancias Jesuíticas que a su vez está compuesto
por las estancias de Caroya (1616), Jesús María (1618), Santa Catalina (1622),
Alta Gracia (1643) y Candelaria (1683).
En lo que respecta a la Estancia de Santa
Catalina, la más amplia de todas, las tierras fueron otorgadas en merced (sig: dádiva o gracia de
empleos o dignidades, rentas, etc., que los reyes o señores hacen a sus
súbditos), en 1584,
a Don Miguel de Ardiles, que había acompañado a Don
Jerónimo Luis de Cabrera en la fundación de Córdoba. Cuando Ardiles muere lo
hereda su hijo, Miguel de Ardiles el Mozo, quien vende las tierras al herrero
Luis Frassón, también miembro de la expedición de Cabrera. El 1º de agosto de
1622, Frassón vende todas las tierras a la Compañía de Jesús por $ 4.500 e inmediatamente se
comenzaron las obras para establecer la estancia y el noviciado. Ante la insuficiencia
de agua la primera obra que se emprendió fue un conjunto de conductos
subterráneos por el cual el agua llegaba a la finca desde Ongamira, el agua se
almacenaba en un tajamar. Así, Santa Catalina se convirtió en el gran centro de
producción pecuaria con cabezas de ganado vacuno, ovino y mular, obraje con
telares y aparejos, la herrería, la carpintería, el batán (máquina generalmente hidráulica, compuesta de gruesos mazos
de madera, movidos por un eje, para golpear, desengrasar y enfurtir los paños)
y dos molinos.
Santa Catalina, además de ser un
centro de producción es conocida por su iglesia.
Después de un siglo de adquirida la estancia, en 1754, los misioneros
jesuitas terminaron de erigir la iglesia. La fachada es importante, esta flanqueada
por dos torres y un portal en curva, es de líneas y ornatos gráciles, con
pilastras y frontones curvos. En su interior se puede ver una sola nave en cruz
latina que culmina en la cúpula circular con ventanas en la bóveda, el retablo
del altar mayor tallado en madera y dorado a la hoja, en el que se destaca un lienzo
representativo de la santa patrona de la estancia, una imagen de vestir del
Señor de la Humildad
y la Paciencia
y la talla policromada de un Cristo crucificado.
A la iglesia se sumaron
claustros, se cercaron patios, galerías con bóvedas de cañón, talleres,
caballerizas, depósitos, huertas y rancherías.
En 1941 fue declarada Museo Histórico Nacional.
Cada vez que transito los caminos
de la córdoba antigua, hoy mas amplios y libres de vegetación, pienso en las
dificultades que los hombres que nos precedieron debieron librar. En esta
estancia estuve varias veces pero en sólo en esta oportunidad pude ingresar a
los patios y jardines interiores de la estancia, pues si hay gente alojada el
acceso es denegado, sólo se permite el ingreso hasta la iglesia. En el espacio
de lo que antes fue la ranchería de indígenas y esclavos, hoy se erige una
pulpería campestre donde se puede almorzar.
Mi próximo viaje es a Casabindo,
en la Provincia
de Jujuy.
Me encantó Gloria, felicitaciones por esta página, gracias por compartir tus conocimientos y viajes.
ResponderEliminargracias Marga por leerme y dejar tu comentario; un abrazo!
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