El Niño y la Paloma. Foto Gloria Jiménez
Los que
viertan sus lágrimas amantes
sobre las
penas que no son sus penas;
los que
olvidan el son de sus cadenas
para
limar las de los otros antes;
los que
van por el mundo delirantes
repartiendo
su amor a manos llenas,
caen,
bajo el peso de sus obras buenas,
sucios,
enfermos, trágicos, sobrantes.
¡Ah!
Nunca quieras remediar entuertos;
nunca
sigas impulsos compasivos;
ten los
garfios del Odio siempre activos
y los
ojos del juez siempre despiertos...
y al
echarte en la caja de los muertos,
menosprecia
los llantos de los vivos!
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