Foto: Gloria Jiménez/2015
Un maestro y su discípulo se
preparaban para cortar leña:
El discípulo trabajó sin
detenerse a descansar, y acumuló una gran pila de leños.
El Maestro en cambio, dividió
el trabajo en 2 periodos, cortando leña durante 50 minutos y descansando 10.
Al terminar, el Maestro reunió
una pila de leños mucho mayor.
El discípulo, extrañado por lo
que acababa de suceder le preguntó:
-¿Cómo es posible que hayas
juntado mas leños que yo si estuviste descansando varias ocasiones?
El Gran Maestro le contesto:
-Mientras descansaba afilaba
el hacha.
Poseer paciencia, supone
disponer de la capacidad para soportar algo sin alterarse, ser portador de una
habilidad para realizar trabajos complicados o minuciosos. Es saber esperar
inteligentemente cuando un deseo es muy anhelado.
Es disponer de la lentitud
adecuada, para superar lo que se hace con normalidad y convertirlo en
extraordinario. La calma para poder soportar situaciones difíciles y salir
indemnes, también indica paciencia, al igual que el autocontrol sobre uno
mismo.
Muchas de las virtudes más
preciadas que poseemos los humanos (la generosidad, la tolerancia, la
esperanza, la insistencia, la voluntad, el equilibrio, etc. están estrechamente
relacionados con la paciencia. Para ejercitarla, es necesario empezar por
trabajarla con uno mismo, puesto que en la actualidad nuestro modelo de vida se
encamina a potenciar, el "Date prisa", "Ahora
mismo", "Yo lo necesito primero", sin valorar el
esfuerzo y el tiempo que se necesitan para conseguirlo.
A diario nos enfrentamos a
situaciones que ponen a prueba nuestro autocontrol y nuestra paciencia.
Practicarla nos ayuda a ejercitar la reflexión y evitar tomar decisiones
equivocadas o irreversibles, cuando en ocasiones puntuales somos impacientes y
actuamos con pasión y sin detenimiento.
La paciencia nos aporta
"equilibrio", y el equilibrio suaviza nuestro
carácter ayudándonos a soportar contratiempos con más fuerza y a soportar
la tristeza de forma más realista, puesto que el sosiego neutraliza la ansiedad
e infunde una serenidad para afrontar momentos de gran desesperación.
Saber esperar y entender que
"las cosas" no dependen de nosotros "exclusivamente",
comprender que es necesario darles tiempo y que sucederán cuando sea el
momento, es un ejercicio de paciencia que indica igualmente una cualidad de
personas maduras.
Tal vez podamos reflexionar
ante la idea, de cómo resultarían las situaciones cotidianas (las pérdidas
económicas, los atascos de tráfico, las desgracias personales, la enfermedad,
el mal tiempo, los olvidos, las discusiones, etc.) en caso de afrontarlas con
paciencia.
Una paciencia, que desarrolle
aptitudes para identificar y solucionar los problemas de manera armónica, con
una correcta y templada interpretación', y una conducta acorde a cada
situación, con la tolerancia suficiente para no producir daños externos, y con
la seguridad de que la PACIENCIA ES UN OBJETIVO posible de trabajar y de
alcanzar.
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