Escultura en el Eden Hotel
La Falda/Pcia. de Córdoba
El maestro le pidió que construyese una mesa.
El discípulo clavaba los clavos con tres golpes precisos. Un clavo, no obstante, encontró un lugar más duro, y el discípulo tuvo que dar un golpe más, que lo enterró demasiado hondo y perforó la madera.
-Tu mano estaba acostumbrada a tres martillazos -dijo el maestro.- Confiaste tanto en lo que hacías que perdiste la atención y la habilidad.
"Cuando la acción pasa a ser un simple hábito, deja de tener sentido y puede terminar causando daños; jamás dejes que la rutina gobierne tus movimientos".
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