Foto de Gloria Jiménez
EL ÁRBOL CONFUNDIDO
Había una vez -en algún lugar que
podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier
tiempo-, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos
rosales, todos ellos felices y satisfechos.
Todo era alegría en el jardín,
excepto por un árbol profundamente triste.
El pobre tenía un problema: "No sabía quién era"...
Lo que le faltaba era
concentración, le decía el manzano, - Si realmente lo intentas, podrás tener
sabrosísimas manzanas-. -¿Ves qué fácil es?-
-No lo escuches...-, exigía el
rosal. -Es más sencillo tener rosas.. -¿Ves qué bellas son?
Y el árbol, desesperado, intentaba
todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía
cada vez más frustrado.
Un día llegó hasta el jardín el búho,
la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, le dijo:
-No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos
seres sobre la tierra. Yo te daré la solución:
-¡No dediques tu vida a ser como
los demás quieran que seas. Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu
voz interior!
Y dicho esto, el búho desapareció.
-¿Mi voz interior?... ¿Ser yo
mismo?... ¿Conocerme?... -Se preguntaba el árbol, desesperado...
¡Cuando de pronto, comprendió!
Y cerrando los ojos y los oídos,
abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole:
-Tú jamás
darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera, porque
no eres un rosal.
-¡Eres un roble!
-Y tu
destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los
viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión: ¡Cúmplela!.
Y el árbol se sintió fuerte y
seguro de si mismo, y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba
destinado.
Así, pronto llenó su espacio y fue
admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente
feliz.
Me pregunto, al mirar a mi
alrededor, -¿Cuántos serán robles que no se permiten a sí mismos
crecer?.... ¿Cuántos serán rosales que, por miedo al reto, sólo dan
espinas?... ¿Cuántos, naranjos que no saben florecer? En la vida, todos
tenemos un destino que cumplir, un espacio que llenar. No permitamos que nada
ni nadie nos impida conocer y compartir la maravillosa esencia de nuestro ser.
Autor Anónimo.
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