Se cuenta que en una ciudad
del interior, un grupo de personas se divertían con el pelotudo del pueblo. Un
pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños mandados y
recibiendo limosnas. Diariamente, algunos hombres llamaban al pelotudo al bar
donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande
de 50 centavos y otra de menor tamaño, pero de 1 peso. Él siempre agarraba la
más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos. Un día,
alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó
aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor
tamaño valía menos y éste le respondió: - Lo sé, no soy tan
pelotudo..., vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el jueguito se
acaba y no voy a ganar más mi moneda-. Esta historia podría concluir
aquí, como un simple chiste, pero se pueden sacar varias conclusiones:
La 1ª: Quien parece
pelotudo, no siempre lo es.
La 2ª: ¿Cuáles eran los
verdaderos pelotudos de la historia?
La 3ª: Una ambición
desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.
La 4ª: (pero la
conclusión más interesante) Podemos estar bien, aun cuando los otros no tengan
una buena opinión sobre nosotros. Por lo tanto, lo que importa no es lo que
piensan los demás de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.
MORALEJA: "El verdadero
hombre inteligente es el que aparenta ser pelotudo delante de un pelotudo que
aparenta ser inteligente"
Roberto Fontanarrosa
Muy bueno...
ResponderEliminar;-)
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