Mi carácter impulsivo, me hacía reventar en cólera
a la menor provocación. La mayor parte de las veces, después de uno de estos
incidentes, me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quien había
dañado.
Un día, un Psicólogo, quien me vio dando excusas
después de una explosión de ira, me entregó un papel liso.
Y entonces me dijo:
¡ESTRÚJALO!
Asombrado, obedecí e hice una bola con el papel.
Luego me dijo:
Ahora déjalo como
estaba antes.
Por supuesto que no
pude dejarlo como estaba.
Por más que traté, el
papel quedó lleno de arrugas.
Entonces el psicólogo dijo:
“El corazón de las
personas es como ese papel. La impresión que dejas en ese corazón que
lastimaste, será tan difícil de borrar como esas arrugas en el papel.”
Aunque intentemos
enmendar el error, ya estará “marcado”.
Por impulso no nos controlamos y sin pensar
arrojamos palabras llenas de odio y rencor, y luego, cuando pensamos en ello,
nos arrepentimos.
Pero no podemos dar marcha atrás, no podemos borrar
lo que quedó grabado. Y lo mas triste es que dejamos “arrugas” en muchos
corazones.
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