"Venus y la luna"
San José de las Salinas.
Foto: Gloria Jiménez
Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay
que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace.
La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia
realidad. Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus
acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un
sueño, quien se permite huir de los consejos sensatos.
Me gusta la gente que es justa con su gente y
consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen
en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido
de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar
generosamente sin esperar nada a cambio.
Me gusta la gente capaz de criticarme
constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme.
La gente que tiene tacto.
Me gusta la gente que posee sentido de la
justicia.
A estos los llamo mis amigos.
Me gusta la gente que sabe la importancia de la
alegría y la prédica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la
vida con humor.
La gente que nunca deja de ser aniñada.
Me gusta la gente que con su energía, contagia.
Me gusta la gente sincera y franca, capaz de
oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.
Me gusta la gente fiel y persistente, que no
desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.
Me gusta la gente de criterio, la que no se
avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al
aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.
Me gusta la gente que lucha contra adversidades.
Me gusta la gente que busca soluciones.
Me gusta la gente que piensa y medita
internamente. La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social
ni cómo lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.
Me gusta la gente que tiene personalidad.
Me gusta la gente capaz de entender que el
mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no
sale del corazón.
La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la
bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la
fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la
sabiduría, los sueños, el arrepentimiento y el amor para los demás y propio son
cosas fundamentales para llamarse gente.
Con gente como ésa, me comprometo para lo que
sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me doy por bien
retribuido.
MARIO BENEDETTI.